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domingo, 2 de octubre de 2011

Madrid, un 7-eleven de lujo!!!

Primero fue el barrio de Sol, luego Ifema y el entorno del aeropuerto, y finalmente  desde el 2 de Octubre los barrios de Castellana, Recoletos, Justicia, Cortes y Palacio podrán abrir sus comercios los 365 días del año.
Esta medida aprobada por el Gobierno de la Comunidad de Madrid a petición del Ayuntamiento de Madrid, permitirá declarar todo este espacio como zona de gran afluencia turística lo que implica que en la practica el centro de la capital abra todo el año.

Madrid, la capital de España y gran polo de atracción turística se cerraba los fines de semana sin dar más oportunidad de ocio a esos turistas, de los cuales muchos viven,  a pasear, a ver museos y poco más. Esto provocaba cierta imagen de desencanto y comparativamente provocaba una perdida de peso con respecto a otras grandes capitales europeas.
Pero no se puede hablar solo de esta medida con respecto al turismo, también hay que contar con los ciudadanos de Madrid.
Ciudadanos que con el paso del tiempo han ido cambiando sus hábitos sociales, motivado por nuevas cargas laborales y familiares y que no permiten disponer del tiempo suficiente para cumplir con sus compras semanales. Esta nueva medida ha dado lugar a una nueva tipología de ciudadano: el dominguero.

La apertura en domingo hay que entenderla como una respuesta a la crisis. Varios estudios realizados por el Ayuntamiento de Madrid y asociaciones empresariales demuestran que desde la aprobación de apertura de espacios comerciales en la zona de Sol, el domingo se ha convertido en el segundo día con más tráfico de la semana y con más facturación en sus tiendas e implica a la larga más empleo, porque hay casos en los que las platillas existentes no se pueden estirar más.
En general, para la patronal medidas como estas no se pueden desperdiciar.

Y como siempre en estos casos, no todo el mundo esta contento. Sindicatos y pequeños comerciantes plantean que ampliar horarios y días de apertura porque si, solo dañan la calidad de vida de empleados y no permiten el correcto desarrollo del comercio minorista pues solo se favorece la expansión y el crecimiento de las grandes cadenas y franquicias. 
El hecho es que si el pequeño establecimiento abriera los domingos, el consumidor por una cuestión de proximidad podría decidir no ir a la gran superficie y sí a su comercio tradicional. 
El resultado de esta medida lo tendremos que comprobar con perspectiva y con tiempo suficiente para retratar la nueva sociedad en la que estamos inmersos.

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